jueves, 16 de julio de 2009

Sindrome de Alicia en el Pais de las Maravillas

Navegando encontré esta noticia curiosa: "Los pediatras describen en una niña de Ourense un caso excepcional del síndrome de Alicia en el País de las Maravillas" [Noticia aparecida en La voz de Galicia].

Pero... ¿En que consiste esta enfermedad? Según la Wikipedia:

La micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas, es un desorden neurológico que afecta la percepción visual.
Los sujetos perciben los objetos como sustancialmente mucho más pequeños de lo que son en realidad. Generalmente los objetos aparecen lejanos al mismo tiempo.
Por ejemplo, un animal doméstico, como un perro, puede parecer del tamaño de un ratón, o un coche como un coche de juguete. Esto condujo a otra denominación del síndrome, visión o alucinación Lilliputense.
Se observa en afecciones de la porción central de la coroides y retina, en delirios febriles, epilepsia, psicosis esquizofrénicas agudas y en estados psicasténicos.
La patología es en términos de percepción, la visión no es afectada, sólo la interpretación cerebral de lo visto.
El síndrome está asociado con, y quizá en parte causado por, una migraña. Ocasionalmente el síndrome es el primer síntoma de una mononucleosis infecciosa. Es una de las enfermedades relacionadas con el virus de Epstein Barr.
Otras causas de este desorden se debe al uso de substancias alucinógenas o drogas psicoactivas como lsd u hongos psilocibos o amanita muscaria.

En un post anterior, exáminamos nuestra percepción del mundo [ver post], y vimos como este no lo percibimos según la realidad que tenemos delante, sino con respecto a la interpretación que el cerebro hace de la información proveniente de esta.

Esto es lo que hace que, determinados desordenes neurológicos, nos provoquen una distorsión de la realidad.

Pero no solamente los desordenes neurológicos, como el "sindrome de Alicia en el país de las maravillas" provocan distorsiones de la realidad. Como ya comentamos anteriormente, nuestra percepción de la realidad depende, en gran medida, de nuestros esquemas mentales. Y estos tienen también, de forma intrínseca, la capacidad de distorsionar la realidad.

Tal es el caso, por ejemplo, de los integristas religiosos. Supongamos un caso extremo, para verlo de forma más clara.

Hace poco hice referencia al blog de "Shelley The Repúblican", un claro ejemplo de integrismo religioso cristiano de los Estados Unidos de América. En dicho blog dejó un artículo en el que se podían leer perlas como:

Leading scholars all agree that Homosexuality is actually a form of demonic possession. Your son may be possesed by one or more homosexual demons who may require exorcism.
Leading expert on Homosexuality James Dobson has discovered that most kids are made into homos as a consequence of either negligent or abusive parents: That means if your child was not neglected, then it’s beyond doubt that he was sexually abused by your husband or some other family member as a child.
There are other possible causes: Vaccination has been linked by homosexuality. If you vaccinated your kids then there’s a very good chance that you might have turned them into gays.

La realidad se ve distorsionada, dado que la información es sesgada ya en su cerebro, incluso creando excusas para desprestigiar o combatir toda evidencia que ponga en duda sus convencimientos.

Under no circumstances should you consult a psychiatrist or physician unless they are a member of your church or a practicioner of Focus on the Family approved Ex-Gay therapy. Unfortunately the medical professions have been overwhelmed by an an evil “anything goes” secularist culture.

Bajo ninguna circunstancia una idea externa es permitida dentro de estos ámbitos. Toda información que pueda cambiar o modificar los esquemas mentales establecidos y pueda poner en peligro la idea central, es deshechada o, incluso destruida. No creo que sea necesario mencionar como han ejercido este principio las principales religiones, sobre todo monoteistas. Ya debería ser conocido por todos.

Ya es conocido el sesgo mental sufrido por los creyentes de las diferentes religiones, y como este distorsiona su versión de la realidad. Pero ¿estamos los laicos expuestos también a nuestro particular "sindrome de Alicia en el país de las maravillas"?.

Con toda seguridad SI. Es uno de nuestros límites como seres humanos. Como bien nos decían desde la Psicoteca :

El conocimiento de las limitaciones y errores de nuestro sistema cognitivo debería servir para tener en cuarentena nuestras conclusiones intuitivas hasta que la evidencia científica las avale o refute.

Por ese motivo se creo el método científico. Glenys Álvarez, en un artículo para "Sin Dioses.org", nos comenta:

Necesariamente, los investigadores están obligados a realizar experimentos a “doble-ciego”, introducir el efecto placebo en sus resultados y luego enviarlo a un consorcio de colegas elegido por otros investigadores, para que lo revisen. Todo esto con el propósito de filtrar errores, producir evidencias confiables, desenmascarar estadísticas que vayan más allá de la pura circunstancia y desentrañar la realidad de la experiencia puramente subjetiva. Aún así se cometen errores.

En otro interesante artículo, en el blog "neurotransmisores", nos dan otro punto de vista sobre el tema:

En el mundo de cada uno tenemos un porcentaje de objetividad/subjetividad que varía en función de la propia personalidad, de la educación, del trabajo desempeñado, de la clase social de o de los grupos a los que pertenezcamos.

A fin de cuentas todos tenemos opiniones subjetivas; si todos fuéramos objetivos en nuestras apreciaciones no habría debate ni diálogo ya que todos pensaríamos lo mismo y por tanto no habría intercambio de impresiones.

Según todo lo visto anteriormente, la objetividad absoluta no es posible. Siempre habrá un halo de subjetividad en todas nuestras actividades, tanto en cuanto que como humanos nuestro cerebro procesa desde el "yo subconsciente" la información que recibirá el "yo consciente".

Entonces ¿podrían estar equivocados los laicos, y tener razón los creyentes?. Si, podría ser. De echo, la postura atea no niega tajantemente la existencia de ningún Dios, sino que, con la información con la que contamos actualmente, ven poco probable su existencia, al igual que la de cualquier ser mitológico.

La ciencia duda. La ignorancia afirma o niega tajantemente. Quizá sea esa la principal diferencia entre laicos y creyentes.

Como bien dijo el ya fallecido Carl Sagan:
En la ciencia suele suceder que los científicos dicen: '¿Sabes qué? Ése es un buen argumento; mi posición está equivocada', y luego realmente cambian de idea y nunca se les vuelve a escuchar hablando de su antigua postura. Realmente lo hacen. No sucede con tanta frecuencia como debería, porque los científicos son humanos y el cambio a veces es doloroso. Pero sucede todos los días. No puedo recordar cuándo fue la última vez que algo parecido sucedió en política o religión.

El sesgo mental producido por nuestras creencias y convicciones es tanto más peligroso, cuanto menos conscientes somos de que lo tenemos. Esto nos lleva a situaciones absurdas.


Los pueblos que no viven de su experiencia del mundo sino que sobreviven navegando entre las secas creencias y con el centro fuera de sí mismos, son los que creen también que deben matar a todos los que no piensan como ellos porque son un peligro.

El conflicto aparece cuando decretamos que algo es así porque así lo creemos nosotros. Las creencias empiezan a crecer y se vuelven más valiosas que la vida misma. En el nombre de la verdad el ser humano creó la esclavitud, el genocidio, las guerras, la santa inquisición y el pensamiento único en que estamos todos peligrosamente sumergidos con la imposición de la globalización del capital, que no de las culturas ni de las personas.

En fin. Todo un tema para pensar. ¿no?

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